viernes, 16 de mayo de 2014

CRÍTICA AL EXISTENCIALISMO SARTRIANO

En este ensayo voy a exponer de forma crítica mi visión respecto al pensamiento existencialista de Jean-Paul Sartre.


Sartre considera que la existencia humana no es fruto de la creación de Dios, sino que es la persona la responsable de su existencia al ser consciente de ello. Fue cuando el hombre tomó consciencia de su existencia, cuando empezó a existir. Yo, particularmente, sucumbo a sus argumentos pero soy partidario de someterlo a la duda. Si existir es ser consciente de ello, desde una postura existencialista, si el ser humano considera la existencia de Dios, ¿no podemos plantearnos la existencia de un Dios creado por el ser humano? Puede que no debamos partir desde el debate de la existencia o no existencia de Dios, o de una posible dependencia en nuestra existencia, porque ¿en qué no tengo que creer? Sartre aboga por poner al hombre en posesión de lo que es, haciéndolo responsable total de su existencia. Compartiendo todo lo referido a la angustia existencialista, considero que la falta de angustia es falta de consciencia, consecuencia del desconocimiento. Huir de la realidad, o de la libre elección del ser, de la propia consciencia, es no querer vivir en la angustia, no darse cuenta de las cosas. En ese sentido, tengo una postura totalmente existencialista, ¡qué bien se vive en la ignorancia! Imaginemos que aquellos que omiten su responsabilidad para con la humanidad entera están sometidos en un sueño del que no quieren despertar pese a notar el pellizco de la realidad que les rodea. Para Sartre, tener conciencia de algo es el paso previo a ser consciente de que tienes conciencia. Pero, ¿cuál es el paso previo a darse cuenta de las cosas?, ¿qué es necesario para que la gente despierte de esa ignorancia? Una postura es quietista si se queda en una mera aspiración y no en una realización de actos. Al contrario que Sartre, creo que las aspiraciones, las empresas en potencia, definen también al hombre. Las aspiraciones son el principio de los futuros actos. Jean-Paul Sartre como literato escribió La infancia de un jefe, una obra que tras adquirir conocimientos de la filosofía existencialista se entiende mejor. El protagonista, Lucien, es un ser condicionado por sus complejos y por la sociedad. Es libre, en cualquier momento, de cambiar y actuar con valentía y firmeza pero, ¿se comporta como un cobarde?, ¿o simplemente no tiene inquietud? Quien siente esa imperiosa necesidad de no permanecer impasible, esa necesidad de hacer algo por uno y por los demás no entiende las posturas cobardes. La gente no es desgraciada por necesidad, lo es por los actos que realiza, por la ignorancia, por una cierta quietud. Sartre dice que el hombre nace libre, responsable y sin excusas pero, yo no estoy de acuerdo. El poder de la alienación cercena la libertad del hombre. Quizás, el hombre es libre dentro de unas posibilidades concretas y un determinado contexto, pero no de sus deseos. En el mundo no todos compartimos el mismo grado de libertad, en cuanto no hay igualdad en la posibilidad de realización de los actos, tenemos que reconocer que no compartimos la misma libertad. Creo que Sartre habla desde una postura privilegiada, gozando de un poder que le permite hacer estas reflexiones. Un burgués roto en lamentos. Veo dos posturas antitéticas en la idea de libertad de Sartre, un hombre no nace libre, se libera. Sartre dice: “ser libre no es elegir el mundo histórico en que se surge, sino elegirse en el mundo, cualquiera que éste sea”. ¿Qué hay menos libre que nacer?, ¿qué hay menos libre que existir?, ¿cómo podemos creer que la libertad es independiente de los contextos que la rodean? No estamos condenados a ser libres, estamos condenados a existir. Si no se es dueño de los actos que forjan el ser, no podemos contemplar la total libertad. Creo que el ser humano se hace libre, se responsabiliza y es dotado de argumentos en los que no debe excusarse. El propio Jean-Paul Sartre reconoce que hay personas coartadas de su libertad en una de sus frases más célebres: “temblad ante el esclavo cuando rompe sus cadenas, no tembléis ante el hombre libre”. Deduzco de esto, que un hombre libre puede decidir vivir en la quietud pero, el hombre que es esclavo y carece de libertad, no puede ser compasivo cuando esta es alcanzada. Si a eso se refiere, estoy totalmente de acuerdo.


Para concluir, a mí el existencialismo sartriano me ha contagiado, de una u otra manera, su negatividad, su pesimismo y su incapacidad para confiar en el ser humano. No podemos obviar que desarrolló su filosofía dentro de un contexto histórico convulso. Fue soldado del Ejército Francés. En la 2ª Guerra Mundial fue capturado por los nazis y estuvo prisionero en campos de concentración durante 9 meses. Se solidarizó con el aquel Mayo Francés, apoyó la Revolución Cultural china y se mostró partidario de la Revolución Cubana. Creo que todo esto, y muchas más cosas, marcaron para siempre su vida convirtiéndolo, quizás, en uno de los filósofos más militantes que he leído después de Chomsky. Si algo tengo que destacar en la filosofía de Sartre es que sea una filosofía de acción, no contemplativa. Reitero mi disensión con la idea de Sartre de que no hay ser en potencia y de que todo lo que existe está en acto. Yo creo que todo lo que existe en acto, parte previamente de un ser en potencia. Para terminar quiero resaltar una paradoja que nos presenta el existencialismo sartriano. Por una parte parece fomentar la quietud y el pesimismo, pero por otra es optimista porque responsabiliza al hombre de su ser mediante la suma de sus actos.

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