En este ensayo voy a exponer de forma crítica mi visión respecto al pensamiento existencialista de Jean-Paul Sartre.
Sartre considera que la existencia
humana no es fruto de la creación de Dios, sino que es la persona la
responsable de su existencia al ser consciente de ello. Fue cuando el hombre
tomó consciencia de su existencia, cuando empezó a existir. Yo,
particularmente, sucumbo a sus argumentos pero soy partidario de someterlo a la
duda. Si existir es ser consciente de ello, desde una postura existencialista,
si el ser humano considera la existencia de Dios, ¿no podemos plantearnos la
existencia de un Dios creado por el ser humano? Puede que no debamos partir
desde el debate de la existencia o no existencia de Dios, o de una posible
dependencia en nuestra existencia, porque ¿en qué no tengo que creer? Sartre aboga
por poner al hombre en posesión de lo que es, haciéndolo responsable total de su
existencia. Compartiendo todo lo referido a la angustia existencialista,
considero que la falta de angustia es falta de consciencia, consecuencia del desconocimiento.
Huir de la realidad, o de la libre elección del ser, de la propia consciencia,
es no querer vivir en la angustia, no darse cuenta de las cosas. En ese
sentido, tengo una postura totalmente existencialista, ¡qué bien se vive en la
ignorancia! Imaginemos que aquellos que omiten su responsabilidad para con la
humanidad entera están sometidos en un sueño del que no quieren despertar pese
a notar el pellizco de la realidad que les rodea. Para Sartre, tener conciencia
de algo es el paso previo a ser consciente de que tienes conciencia. Pero,
¿cuál es el paso previo a darse cuenta de las cosas?, ¿qué es necesario para
que la gente despierte de esa ignorancia? Una postura es quietista si se queda
en una mera aspiración y no en una realización de actos. Al contrario que
Sartre, creo que las aspiraciones, las empresas en potencia, definen también al
hombre. Las aspiraciones son el principio de los futuros actos. Jean-Paul
Sartre como literato escribió La infancia
de un jefe, una obra que tras adquirir conocimientos de la filosofía
existencialista se entiende mejor. El protagonista, Lucien, es un ser condicionado
por sus complejos y por la sociedad. Es libre, en cualquier momento, de cambiar
y actuar con valentía y firmeza pero, ¿se comporta como un cobarde?, ¿o
simplemente no tiene inquietud? Quien siente esa imperiosa necesidad de no
permanecer impasible, esa necesidad de hacer algo por uno y por los demás no
entiende las posturas cobardes. La gente no es desgraciada por necesidad, lo es
por los actos que realiza, por la ignorancia, por una cierta quietud. Sartre
dice que el hombre nace libre, responsable y sin excusas pero, yo no estoy de
acuerdo. El poder de la alienación cercena la libertad del hombre. Quizás, el
hombre es libre dentro de unas posibilidades concretas y un determinado
contexto, pero no de sus deseos. En el mundo no todos compartimos el mismo
grado de libertad, en cuanto no hay igualdad en la posibilidad de realización
de los actos, tenemos que reconocer que no compartimos la misma libertad. Creo
que Sartre habla desde una postura privilegiada, gozando de un poder que le
permite hacer estas reflexiones. Un burgués roto en lamentos. Veo dos posturas
antitéticas en la idea de libertad de Sartre, un hombre no nace libre, se
libera. Sartre dice: “ser libre no es elegir el mundo histórico en que se
surge, sino elegirse en el mundo, cualquiera que éste sea”. ¿Qué hay menos
libre que nacer?, ¿qué hay menos libre que existir?, ¿cómo podemos creer que la
libertad es independiente de los contextos que la rodean? No estamos condenados
a ser libres, estamos condenados a existir. Si no se es dueño de los actos que
forjan el ser, no podemos contemplar la total libertad. Creo que el ser humano
se hace libre, se responsabiliza y es dotado de argumentos en los que no debe
excusarse. El propio Jean-Paul Sartre reconoce que hay personas coartadas de su
libertad en una de sus frases más célebres: “temblad
ante el esclavo cuando rompe sus cadenas, no tembléis ante el hombre libre”.
Deduzco de esto, que un hombre libre puede decidir vivir en la quietud pero, el
hombre que es esclavo y carece de libertad, no puede ser compasivo cuando esta
es alcanzada. Si a eso se refiere, estoy totalmente de acuerdo.
Para concluir, a mí el existencialismo
sartriano me ha contagiado, de una u otra manera, su negatividad, su pesimismo
y su incapacidad para confiar en el ser humano. No podemos obviar que
desarrolló su filosofía dentro de un contexto histórico convulso. Fue soldado
del Ejército Francés. En la 2ª Guerra Mundial fue capturado por los nazis y
estuvo prisionero en campos de concentración durante 9 meses. Se solidarizó con
el aquel Mayo Francés, apoyó la Revolución Cultural china y se mostró
partidario de la Revolución Cubana. Creo que todo esto, y muchas más cosas,
marcaron para siempre su vida convirtiéndolo, quizás, en uno de los filósofos
más militantes que he leído después de Chomsky. Si algo tengo que destacar en la
filosofía de Sartre es que sea una filosofía de acción, no contemplativa.
Reitero mi disensión con la idea de Sartre de que no hay ser en potencia y de
que todo lo que existe está en acto. Yo creo que todo lo que existe en acto,
parte previamente de un ser en potencia. Para terminar quiero resaltar una
paradoja que nos presenta el existencialismo sartriano. Por una parte parece
fomentar la quietud y el pesimismo, pero por otra es optimista porque
responsabiliza al hombre de su ser mediante la suma de sus actos.
Gracias por el artículo. Me ha parecido muy interesante.
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